Las grandes superficies, son trabajadas por las grandes tractores. Estos requieren de la precisión del GPS para estructurar las cosechas a lo largo de grandes extensiones. El trabajo rutinario, precisa del apoyo de la conducción automática para hacer más llevadera la jornada del conductor. Inclusive, se pueden ver productos como el presentado por CASE IH, el tractor autónomo. Pensado para conectarse con otras máquinas y autónomamente formar equipos de trabajo para tareas que requieran de varias máquinas. Esto es lo que necesitan las grandes superficies pero, ¿y las pequeñas explotaciones con fincas de 1 o 2 hectáreas?
En Galicia los minifundios abundan, la superficie media de las fincas destinadas a labradíos son considerablemente más reducidas. Estas explotaciones, se están quedando vacías, sin uso; lo que antes era una economía de autoconsumo, ahora es de alquiler a los pocos que siguen con la ganadería. Estos pocos las usan para su maíz de silo. En su defecto, se convierte en una zona asilvestrada que sangra a sus propietarios anualmente por su necesario desbroce. Nada que objetar, pero en mi opinión, prefiero la economía de autoconsumo que practicaban los abuelos, era más sostenible. Lo que si está claro, es que estas parcelas no trabajadas, son un problema. Tanto para propietarios como para el gobierno autonómico que ya está trabajando en la “solución” del problema.
La agricultura de precisión, que ayuda a gestionar las labores de las grandes superficies, tiene su hermana pequeña. La puede ayudar en la gestión de las “pequeñas” parcelas como las que antaño trabajaban mis abuelos en Galicia. Claro que, en este caso, uno de los problemas con el que nos encontramos es el económico. Algo que a simple vista nos podría hacer desistir de aplicar este tipo de tecnologías en estas pequeñas parcelas.
Cuando se trata de una gran superficie a gestionar, contamos con una previsión de facturación final importante. Lo que nos permite también una inversión importante para llevar a cabo la incorporación de estas tecnologías. Esto no sucede cuando las parcelas son más pequeñas. Partimos por lo tanto de una restricción en cuanto al coste de la inversión. Por otro lado, las exigencias de autonomía para estas parcelas, son un poco distintas que para las grandes superficies.
Hay una solución económica, viable y que ofrece esas prestaciones de autonomía que exige la agricultura del futuro. Convierte ese tractor del que ya disponemos y que es puramente manual en teledirigido, incluso en autónomo. O al menos autónomo en alguna de las acciones que realice.
La invención que presento está compuesta por un sistema de actuadores eléctricos tele mandados para el control remoto de ese tractor agrícola convencional, convirtiéndolo de este modo en teledirigido.
El sistema se puede instalar o desinstalar de forma rápida, quedando el tractor al desinstalar el sistema, funcionalmente, como antes de instalarlo. Puede ser pilotado de nuevo de forma convencional si fuese necesario, por ejemplo, para circular por las estradas. Además, el sistema deja la puerta abierta a futuros complementos que lo mejoren. Está diseñado de forma que permite implementar módulos electrónicos programables y sensores, para realizar así ciertas tareas de forma autónoma a petición del operario.
INVENTOR: Francisco Manteiga